Triunfo de Román y Garrido en la corrida de Santa Bárbara | El Nuevo Siglo
Gran entrada para la corrida de la Juventud en Manizales, buen encierro y triunfo de los diestros Román y Garrido.
Foto cortesía
Miércoles, 5 de Enero de 2022
Hernando Suárez Albarracín

En medio de un torrencial aguacero, se dio comienzo al festejo de este miércoles en el marco de la Feria de Manizales. La Corrida Blanca o Corrida de la Juventud había despertado gran interés entre los aficionados, que ocuparon tres cuartos del aforo de la Plaza y tuvieron (tuvimos) que afrontar el fuerte chaparrón con que los recibió la Monumental.

Abrió plaza el anfitrión José Arcila, vestido de malva y azabache. Le correspondió en suerte lidiar a Traje Roto, pero sus deseos de triunfo se vieron truncados no sólo por el aguacero sino por el mal estado que fue evidenciando la arena con el transcurrir del tiempo. El toro, de muy bonito fenotipo, dejó claro que pudo ser explotado, aunque al final del trajín se tornó mirón y con tendencia a rajarse. Seguramente vino a por otras, pero la lluvia lo impidió. Estocada trasera y desprendida. Silencio invernal.

Continuó diluviando y salió el segundo de la tarde. Aquí nos perdimos de disfrutar la plástica y buenas maneras habituales en Román Collado; los asistentes soportaron con afición la fuerza de la lluvia, como el diestro con valor en enfangamiento de un ruedo que de difícil había pasado a imposible. A los tendidos había que entregarles algo, porque la corrida se estaba escurriendo por entre las cañerías. Tandas de molinetes, pases en redondo y remates forzados para obligar al toro a ir y emplearse al menos en algo. Terminó rajado y arreció la lluvia. Estocada y descabello. Otro poco y terminamos ahogados aquí, en Manizales… del agua!

La corrida fue suspendida por unos minutos, mientras se hacían necesarias reparaciones al ruedo. En ese momento mucha gente abandonó la Plaza y llegó el turno de José Garrido, torero extremeño de gran cartel en España, a quien le correspondió el toro Castellano, número 949 de 440 kilos. Fue un gran toro, hermoso, chorreado en verdugo y seriote. Garrido, desde que se abrió de capa, identificó la gran clase del ejemplar y le instrumentó un bellísimo quite por chicuelinas muy ajustadas, para recibirlo luego, en el último tercio, de hinojos en el eje del ruedo. Allí bordó toda su faena. Toreó lento, con derechazos muy toreros y naturales hondos, de gran calidad. El toro por momentos se quedaba corto y deslucía un tanto los muletazos, pero el señor de Badajoz se deleitó a más no poder, con la inmensa virtud de poderlo hacer soportando una lluvia incesante y en un terreno absolutamente impotable, pues la arena se había convertido en un auténtico lodazal. Estoconazo desprendido hasta la badana y estallaron los tendidos. El toro cayó fulminado y el palco concedió dos orejas y vuelta al toro.

Amainó la lluvia y asomó por la puerta de toriles Manga Rota, cuarto de la corrida. Infortunadamente José Arcila, a quien no le faltaron ganas, no pudo hacerse con el toro y se dejó ganar la partida por un albardado que no era un dechado de virtudes, pero sí acudió al paño cuando el manizalita se lo presentaba. Al toro le faltó movilidad, pero sus embestidas, aunque tacañas, hubieran permitido mejor suerte; que la faena hubiera tomado un rumbo distinto. Arcila pegó muletazos aquí y allá, sin siquiera intentar ligar una tanda, cosa que, sin duda, hubiera conseguido si hubiera estado en plan diferente. Media estocada contraria. Silencio.

Jinete, segundo del lote de Román, fue otro de grandes posibilidades. Se repetía con manifiesta codicia, quería estar allí, se sentía cómodo en la batalla. Fue picado en sitio descarado. Que alguien explique, aunque eso no tiene explicación. Román se llevó al toro a los medios y comenzó a bordar una faena que conectó muy pronto con un público ávido de calor y emoción. Muletazos en redondo, largos y pasándose el toro por la faja; para terminar de encanastar al público, que ya estaba con él, molinetes y bernadinas. La corrida subió de temperatura. El toro acusó deseos de irse a tablas, pero el valenciano le puso la muleta en la cara y lo impidió. Finalmente terminó rajado, Román lo igualó, lo citó y dejó un estoconazo recibiendo que le valió las dos orejas.

Con el toro de cierre, nada importante pasó. Largo, astracanado, cornidelantero, bonito, pero de muy mal comportamiento. Su embestida fue brusca; nunca dejó de lanzar machetazos al balcón. Garrido no se embarcó en un sinsentido y abrevió con estoconazo trasero. Palmas.

¡¡¡Salimos de la Plaza lavados hasta los tuétanos, pero con el alma hinchada de felicidad!!!