“El Partido Conservador está invisibilizado” | El Nuevo Siglo
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Domingo, 10 de Marzo de 2019
Redacción Política

Ómar Yepes, nuevo presidente del Directorio Nacional de la colectividad, se propone devolverle presencia a la organización política a lo largo u ancho del país. Tras asegurar que “hay que aspirar a lo más para poder tener algo”, sostuvo que el conservatismo “no puede seguir en ese papel de vagón en vez de ser locomotora”. Además manifestó su aspiración a que se “entienda que no puedo ser instrumento de nadie en contra de nadie”

 

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo encuentra hoy al Partido Conservador?

ÓMAR YEPES: Pues a pesar de los esfuerzos de las directivas el partido está en cierta forma invisibilizado.

Falta un poco de presencia en la vida nacional y buena parte eso se debe a que el partido no opina como colectividad, no propone como colectividad, no está bien presente en la búsqueda de soluciones para los problemas nacionales como colectividad.

Hay individualidades muy notables presentes en muchos aspectos de la vida nacional, pero debemos hacernos sentir como organización política con tantísima tradición, como tenemos.

Y adicionalmente, yo diría que al partido le está faltando una dirección nacional con mucha fortaleza, no solo nacional sino internacional. E insistido mucho en que la dirección del partido es la suma de liderazgos regionales, pero nos falta alguien que destaque. Yo no encuentro persona distinta que el expresidente Pastrana. Es una institución en su condición de expresidente, ha tenido una muy notable vida pública –alcalde de Bogotá, congresista, presidente de la República– y debemos utilizar todo lo que él significa en provecho del Partido Conservador.

De tal suerte que más presencia y una dirección bien fortalecida por la directiva nacional y por el equipo parlamentario.

ENS: ¿Tiene hoy el Partido Conservador vocación de poder o se quedó en esa política del ‘by pass’ de años anteriores?

OY: Alzate Avendaño, cuando le hizo algunas críticas al contenido mismo del Frente Nacional, observaba que los partidos políticos iban a perder mucho desde el punto de vista de sus linderos ideológicos y desde el punto de vista de la lucha por el poder en forma individualizada, porque pactaron por 16 años para repartirse la burocracia y para conformar programa de gobierno.

En eso del reparto de la burocracia los partidos tradicionales, tanto el Partido Conservador como el Partido Liberal, sufrieron un contagio de tal magnitud que hoy en día sigue siendo su principal preocupación, dejando en segundo término los verdaderos problemas del país; entonces, por eso las coaliciones, por eso el afán de tratar de pegarse de quien en un momento dado vean con posibilidad de llegar al poder y abandonaron su propósito de lucha.

Un partido que no luche por el poder para tratar de imponer desde el poder –obviamente no en términos duros, sino pudiéramos decir en términos intelectuales– sus criterios de gobierno, sus principios y sus programas pues está fuera de base. Los partidos políticos se conforman es para eso, para orientar la sociedad en determinada dirección, siempre buscando el poder para efecto de que predominen sus ideas.

Desde hace rato el partido viene buscando la manera de estar en el poder, pero de segundón, haciendo prácticamente de telonero en la fiesta y yo creo que tiene que ser actor principal, artista principal en la contienda democrática.

Yo insistí hace cinco años en que el partido debía tener candidato y eso nos revitalizó cuando la doctora Marta Lucía resolvió asumir su condición de candidata y el conservatismo estuvo muy presente en la vida nacional. Ahora necesitamos otro tanto para las regiones, para las municipalidades. Tener candidatos a alcaldías. Tener candidatos a gobernaciones. Tener candidato a la Alcaldía de Bogotá. El Partido Conservador no puede seguir más tiempo ausente de esa aspiración, porque es de la única manera que logramos congregar voluntades alrededor de propuestas bien sentidas para la opinión bogotana.

ENS: Su antecesor Hernán Andrade se había casado con algunas cifras sobre cuántas gobernaciones, alcaldías, diputados y concejales podía sacar el Partido Conservador, ¿cuál es su meta de cara a las elecciones de octubre?

OY: Pues uno no puede hablar de cifras, uno no puede hablar de cuántas gobernaciones y cuántas alcaldías, pero la aspiración es tratar de obtener el mayor número posible de ellas, bien sea con candidato propio único, si no hay coaliciones, o con candidatos propios en coaliciones, tratando de abandonar ese espíritu de segundón que hemos venido teniendo en los últimos tiempos. Hay que aspirar a lo más para poder tener algo.

En todo caso el partido no puede seguir en ese papel de vagón en vez de ser locomotora.

ENS

Banderas

ENS: Si le preguntan cuáles deben ser las banderas, aquellas que impacten, que lleven a la gente a votar por el Partido Conservador, ¿cuál sería su respuesta?

OY: Mire, hay muchas cosas a las que aspiran los ciudadanos y finalmente los partidos políticos tienen que ser receptores de la inquietudes ciudadanas, pero yo diría que lo primero es relegitimar el Estado, volver a fortalecer las instituciones, recobrar el orden, el principio de autoridad, volver sagradas la Constitución y las leyes de la República para regularizar las relaciones entre los ciudadanos. Y de ahí en adelante se desprende lo demás. Hay que luchar, obviamente, contra esta corrupción generalizada que se nos está viendo. En los últimos tiempos el Estado se ha convertido en una especia de botín para los aspirantes. Se les ha olvidado que se hace política para servir y eso lo han cambiado por hacer política para servirse. Yo creo que eso hay que eliminarlo, hay que tirarlo a un lado y entender que la política no es otra cosa que un gran instrumento para tratar que la sociedad alcance objetivos; y el gran objetivo de la sociedad es el bienestar.

ENS: ¿Cómo superar las divisiones internas que hoy tiene el Partido Conservador, como ocurrió en pasadas elecciones presidenciales cuando un sector estaba con un candidato y otro con su adversario?

OY: Yo creo que es tomar conciencia de lo que significa ser conservador. Sentir orgullo de ser conservador. Entender que este partido va a cumplir 170 años sirviéndole a la patria. Colombia es lo que es por el concurso de los partidos tradicionales, el Partido Conservador y el Partido Liberal.

Entonces, tener criterio de partido y en la medida en que haya criterio de partido las cosas menores como son las divisiones pasan a un segundo orden.

Uno tiene que entender que hay unos liderazgos compitiendo con otros liderazgos, que hay unos que están consolidados y hay otros que están empezando y quieren llegar, pero unos y otros deben entender que no debe haber si no una sola finalidad: hacer de la política un gran instrumento para servir los intereses de todos alrededor de un partido unificado que pueda llegar al poder.

“No soy instrumento”

ENS: ¿Qué responde a algunas críticas que dicen que el pastranismo y Marta Lucía Ramírez se tomaron el Partido Conservador o al menos el Directorio?

OY: Obvio que yo soy amigo del doctor Pastrana. Yo he sido de esa casa desde hace mucho rato. Y soy amigo de la doctora Marta Lucía. No son el doctor Pastrana ni la doctora Marta Lucía los que se han tomado el Directorio. Es un sentir de un volumen apreciable de amigos que estimaron que yo podía llegar a esa posición, pero finalmente todos votaron por el nombre mío y yo aspiro que el Partido Conservador entienda que no puedo ser instrumento de nadie en contra de nadie, sino que mi propósito no puede ser otra cosa distinta que servir a los intereses del Partido Conservador en general y tratar de fortalecerlo para que el partido sea un gran instrumento al servicio del país.

ENS: Usted dijo que es normal que los partidos que hacen parte de la coalición de un gobierno hagan parte de la gobernabilidad, ¿cómo evitar que esto se confunda con la llamada ‘mermelada’?

OY: La verdad es que no hay país del mundo en ninguna época en que se llegue al poder y no se disfrute del poder, en el sentido de tener la gratísima responsabilidad de dirigir los destinos de un país al servicio de los ciudadanos.

No hay mayor satisfacción que terminar un gobierno y entender que el país es grato con quien tuvo la oportunidad de dirigirlo en razón de los resultados obtenidos.

Naturalmente deben estar en el poder quienes ayudaron a conseguirlo y eso es lo que se llama representación, que es muy distinto de hacer una política de ‘te doy para que me des’. Eso de hacerse elegir al Concejo, a la Asamblea, al Congreso para estar extorsionando al gobierno no puede ser una política. Y tampoco puede ser una política de un gobierno estar seduciendo a congresistas, a diputados, a concejales para que lo acompañen en todos, absolutamente todos sus propósitos sin posibilidad de deliberación.

Nosotros tenemos obviamente la aspiración de participar del gobierno en el sentido de la representación y no de cuotas individuales al servicio de nadie en particular.

ENS: En la reforma política hay un artículo que le permite al Congreso definir hasta el 20% del Presupuesto. ¿El Partido Conservador está de acuerdo con esto que algunos han llamado la ‘super-mermelada’?

OY: Yo recuerdo que el Congreso tenía iniciativa en el gasto público y que la perdió por la reforma constitucional de 1968, que fue lo que dio origen a los auxilios parlamentarios que prevalecieron durante algún tiempo y luego cambiaron de nombre a cupos indicativos.

Yo creo que no está mal que los congresistas reclamen del Ejecutivo atención a los problemas regionales. Esa es la obligación de los congresistas, porque representan regiones. Otra cosa es que el Presupuesto lo individualicen y le entreguen a cada quien partiditas para sus afanes propios desde el punto de vista electoral.

ENS: Con todo respeto, ¿qué responden a quienes se burlan diciendo que usted es ‘la renovación conservadora’?

OY: Alguien me decía eso: ‘Doctor Yepes, usted tiene tantos años, ¿usted es la renovación del partido?’. Y yo les he contestado: tengo años, pero una mente fresca que entiende muy bien los problemas del momento y que tiene graves responsabilidades, y el propósito desde luego de trabajar de acuerdo con la exigencia de los tiempos.