Desmitificación de Bolívar y la verdad sobre la guerra | El Nuevo Siglo
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Domingo, 7 de Julio de 2019
Alberto Abello

Algunos historiadores consideran qué para exaltar al Libertador Simón Bolívar es necesario debilitar y demeritar a sus adversarios del campo realista, embeleco de los falsificadores de la historia que no compartimos. En estas líneas presentamos al gran hombre sin maquillaje y tal cual como era en la derrota y en su grandeza. Así como otros autores pretender en vano exaltar a varios generales patriotas que le siguieron, con la finalidad contraria.

Aquí hemos visto que la gran campaña de “liberación” del entonces coronel Simón Bolívar, comienza en Barrancas, a las orillas del río Magdalena, en donde durante estas efemérides del Bicentenario ni se dan por aludidas las autoridades, ni la población. Bolívar, con medio centenar de soldados y oficiales venezolanos y granadinos acomete la temeraria empresa. Hasta ese momento la guerra se había librado entre criollos realistas o independentistas, con unos cuantos españoles repartidos en ambos bandos, en especial en Venezuela donde se destaca Boves, como una especie de Atila realista, que derrota con los llaneros a las fuerzas de Miranda y de Bolívar, no una sino varias veces en batallas terribles, en las que pese a la poca cantidad de milicianos en ambos campos, la sangría es atroz y se aniquila a buena parte de la clase alta venezolana, así como en Carabobo pierden la vida toda una nueva generación de granadinos que siguen al Libertador y se sacrifican por la libertad de Venezuela.

Boves, el Urogallo, es uno de los formidables caudillos que ha dado España. Como jefe imbatible no se le comparan ni con Páez, que era un guerrero epilectoide y brutal, ni con los llaneros de la Nueva Granada y mucho menos con Juan Nepomuceno Moreno, quien participa en una comedia en la que se le atribuyen ínfulas de gobernante en la clandestinidad, cuando no tenía estatura política ni militar, para disputar el poder, ni capacidad de convocatoria, ni recursos intelectuales para formar gobierno, ni materiales. No fue reconocido por nadie fuera de la inmensidad de la llanura. Entre otras cosas, por cuanto, Páez en el llano y en Pore no tiene contendor y al único que se somete es al Libertador.  Se recuerda en la correspondencia de Bolívar su molestia con Moreno, que le parecía sospechoso, el cual, finalmente, con el general Farfán, al disolverse la Gran Colombia, intentan separar el llano granadino y anexarlo a Venezuela sin éxito. Esfuerzo disolvente e indigno de traición a Colombia.

Fernando González, menciona la comedia de Pore: “Mire usted, aquel rancho al pie de las palmeras, es el Palacio Presidencial; ese hombre joven, carón y apacible, descalzo, en calzoncillos y que tiene el pie derecho sobre la rodilla izquierda, la cabeza agachada muy atentamente, en actitud de sacarse una nigua, es el Excelentísimo señor Presidente de la República, doctor Fernando Serrano, ex gobernador de Pamplona, amigo de Santander”.

No deja de ser algo romántico, que en ese lugar perdido del llano y alucinados por el sol estos figurones de la patria boba, sueñen en republicas fantasmales, quizá para justificar su ego. Más no pasa de ser una pesadilla anti histórica, así de manera exótica o caprichosa, alguno pretenda que Moreno, fue presidente en Pore. ¿Presidente de qué? Hasta Páez, tan ambicioso y verdadero caudillo de los llaneros, rechaza asumir esa presidencial fantasmal. Y Páez se le atraviesa a Santander, que en su refugio del llano espera a Bolívar, quien sabrá entender sus ansias de ascenso político y militar.

Los innombrables de la Independencia

Así como los historiadores oficiales creen que exaltando a los granadinos y menospreciando o injuriando a los realistas españoles se escribe la historia, no faltan los que ocultan el papel decisivo y heroico que cumplieron los legionarios ingleses que lucharon, hombro a hombro, con los llaneros de Bolívar en la campaña por liberar a Venezuela y la Nueva Granada. Sin el concurso de los ingleses y los llaneros, como del decisivo apoyo de Londres, el Libertador habría sucumbido en sus intentos de liberación.

Es de observar que el curso de la historia de la guerra civil y de independencia, cambia con el arribo a las costas de Venezuela y la Nueva Granada, en 1815, del entonces Pacificador Pablo Morillo, que había ganado sus grados en combate y por méritos en la guerra de liberación de España contra Napoleón, quien aparece en nuestras costas con 10.500 aguerridos soldados. También con una flota poderosa, que manda el brillante almirante Enrile, desde la San Pedro Alcántara, tres fragatas y dos docenas de navíos con sus temibles cañones, como otras 60 embarcaciones de transporte.

Con Morillo llega la guerra en forma, que hasta el momento había sido lucha de montoneras y de guerrillas. Y el único capaz de enfrentar a Morillo y su valiente y experimentado ejército es Bolívar, con el apoyo de los veteranos oficiales ingleses que cumplen una labor estratégica y de formación militar formidable. Los ingleses, con su diplomacia de doble filo, después de devolverle el trono a Fernando VII y restablecer el equilibrio geopolítico europeo, se ocupan de favorecer el desplome del Imperio Español en América y apoyar al Libertador Simón Bolívar.

Morillo es un general intrépido y talentoso, cuenta con el apoyo del almirante Enrile, quien bloquea Cartagena y la reduce, manda sus naves al Pacifico y libra feroces combates en las costas de Venezuela. El peor enemigo de los realistas peninsulares es el medio tropical, por centenares mueren de calentura, llagas e infecciones. El general se ocupa de entrenar a sus tropas y mezclarlas con los realistas criollos, al principio se muestra compasivo y generosos con los alzados en armas y libera los presos en Margarita, después, al enterarse que los rebeldes ordenan degollar a los españoles y realistas de la isla, decide hacer rodar las cabezas de la nobleza e inteligencia criolla en Santafé de Bogotá.

España y los realistas criollos pierden la partida en Venezuela y la Nueva Granada en lucha heroica y visceral, no sin teñir de sangre nuestro suelo. Apenas el Libertador Simón Bolívar es capaz de levantar nuevos ejércitos y formar soldados de la nada para vencerlos, hasta cuando en España las tropas sobornadas por el dinero de Buenos Aires, se niegan a conformar otra expedición que venga a luchar en nuestra región, mientras los realistas americanos siguen luchando y en Pasto, aún después de Boyacá, se declaran a fieles a Fernando VII.