¡200 años de independencia! | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Agosto de 2019
  • Alcance de la Batalla de Boyacá
  • América a merced de la libertad

 

 

Hoy se cumplen 200 años de la Batalla de Boyacá, madre de la independencia del Nuevo Reino de Granada y en general de la América meridional. A partir de esa contienda, que más bien fue un ataque sorpresivo que le permitió al ejército libertador capturar a la gran mayoría de los oficiales y contingentes españoles comandados por Barreiro, evitando su objetivo esencial de contramarchar hacia la capital, cambió por completo y definitivamente el escenario para la causa de la emancipación americana, de Bogotá a Lima.

De hecho, el parte de victoria de las tropas libertadoras sostiene que “todo el ejército enemigo quedó en nuestro poder”. Y si bien hubo algunos remanentes, perseguidos ipso facto por los oficiales José María Córdoba y Pedro Fortoul, a muy poco tiempo fueron derrotados, logrando por lo demás liberar a Antioquia, El Socorro y Chocó. Lo cual dio una dimensión adicional de lo que había sucedido al tiempo de abrirse, de par en par, las puertas de la villa bogotana. Con un resultado espectacular de las fuerzas republicanas: de una parte, porque Bogotá era un lugar altamente estratégico, que permitía cubrir todo el virreinato de Caracas a Guayaquil y, de otra, por sus recursos. Tanto así que se obtuvo un gran capital de la Casa de la Moneda, superior incluso al que se creía allí depositado, en algo así como la multimillonaria suma de 700.000 pesos de la época para pagar armas y avituallamiento, y a los efectos se contó con las ricas materias primas de la sabana. El mismo boletín antedicho sostuvo: “No son calculables las ventajas que ha conseguido la República con la gloriosa victoria obtenida ayer. Jamás nuestras tropas habían triunfado de modo más decisivo, y pocas veces habían combatido con tropas tan disciplinadas y tan bien armadas”.                

La clave del Libertador estuvo, asimismo, en obligar a dar una batalla crucial cuando la contraparte pensaba, por el contrario, que se trataba de una escaramuza menor. Fue así como, tanto la división de vanguardia, dirigida por el brigadier Francisco de Paula Santander, como la de retaguardia, a cargo del brigadier José Antonio Anzoátegui, se lanzaron a la batalla cuando las fuerzas opuestas hasta ahora se daban por enteradas. Santander tomó la izquierda y Anzoátegui embistió por el centro y la derecha. Pese a la pronta recomposición de las tropas de Barreiro, estas quedaron entonces divididas en dos y fueron envueltas por los contingentes del ejército libertador. Barreiro perdió su posición y la primera escuadra en salir en fuga fue la de caballería. El cerco se hizo irresistible y luego de múltiples víctimas mortales el grueso de los ejércitos españoles de la Nueva Granada rindió sus armas. Eso permitió la captura de 1.600 prisioneros y los jefes principales, lo que igualmente señala la magnitud del triunfo.

En el mismo parte militar se sostiene que la victoria se debió, en buena medida, a Anzoátegui y que Santander cumplió con acierto. Lo que ha suscitado a lo largo de este tiempo, hasta ahora, algunas polémicas entre los historiadores por quedar disminuido el uno frente al otro.                

En todo caso, la rendición incondicional, no solo puso pies en polvorosa al virrey Sámano, en una actitud por lo demás abiertamente vergonzosa, sino que la fuerza moral adquirida desde ese momento, por parte del ejército del Libertador, nunca volvió a echar marcha atrás y sirvió de gigantesco aliciente para paulatinamente avanzar con la certeza del triunfo hasta cumplirse, en pocos años, los diferentes hitos militares que llevaron a la liberación de Caracas, Pasto, Quito y finalmente Lima.    

No fue Boyacá, en efecto, un combate de grandes proporciones, ni un planteamiento militar al estilo napoleónico, con las escuadras claramente apostadas de antemano. Sí lo fue, en cambio, la anterior batalla del Pantano de Vargas. Pero en el caso de Boyacá la victoria fue tan rotunda, con solo 13 bajas de parte de los republicanos, mientras al otro lado se contaban por decenas, que se convirtió en una noticia a todas luces espectacular, inclusive en el exterior.

Pero es mucho más claro, frente a todo lo anterior, el parte de derrota escrito por Pablo Morillo a la corona. Es ahí donde verdaderamente puede vislumbrarse con absoluta claridad: “Esta desgraciada acción entrega a los rebeldes, además del Nuevo Reino de Granada, muchos puertos en el mar del Sur… Popayán, Quito, Pasto y todo el interior de este continente hasta el Perú queda a la merced”.

Efectivamente, este fue el tamaño gigantesco de la Batalla de Boyacá, cuando buena parte de América, como dice Morillo, quedó a merced de la libertad.