Bolívar, empresario de la grandeza | El Nuevo Siglo
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Sábado, 17 de Agosto de 2019
Redacción Nacional

El Libertador consigue vender en Venezuela el heroísmo de los hermanos granadinos, para unir ambas regiones en un solo país.

Por: Alberto Abello

“No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad descendamos a la región de la tiranía”: Bolívar.

La Batalla de Boyacá, que conmemoramos en este año, es quizá uno de los mejores ejemplos de cómo el Libertador Simón Bolívar, tiene ese don de convertir los más diversos episodios en hechos que contribuyen a edificar en el nuevo mundo el escenario que lo convierte en un empresario de la grandeza, que lo identifican con unos pocos personajes de la historia mundial.

Precisamente, en tiempos de la celebración del Bicentenario de Boyacá, en medio de los esfuerzos que hacen las autoridades y la sociedad por celebrar de manera solemne fecha tan esencial para nuestra nacionalidad, la falta de rigor al relatar los hechos y por descuidar las probadas fuentes históricas, determina que algunos se pierdan en la hojarasca de supuestos falsos, de fútiles presunciones y contradicciones absurdas, por ese afán de pretender interpretar las cosas a su acomodo. Es por ello, que Juan Lozano, en escrito en El Tiempo, con el rigor de quien conoce las fuentes de la historia, lanza una oportuna admonición y nos recuerda que “en Boyacá no celebraríamos los 200 años de nuestra independencia: Si el joven José Antonio Anzoátegui, comandante de la retaguardia libertadora, no hubiera concebido la genialidad estratégica conducente a rodear el cuerpo principal de las tropas comandadas por Barreiro”.

Hasta ahí tiene razón, sin saltar el capítulo de la campaña que por todos los medios despliega el general en Jefe, Simón Bolívar, quien es el determinador estratégico de la victoria, el creador de la misma en lo militar y político.  Eso es lo evidente y que se trasluce en todas las crónicas y los hechos de la época. Sin la propaganda de Bolívar y su ímpetu creador de la Gran Colombia, avalada por el Congreso de Angostura y el de Cúcuta, la Batalla de Boyacá no figuraría en la historia de los hechos memorables más apasionantes de muestra historia. Toda la gloria al valiente Anzoátegui, que es imperdonable que se ignore en los fastos heroicos de Boyacá, mas siempre dentro del plan de guerra superior concebido por el Libertador.

Algunos cronistas espontáneos y veteranos quisieran que la Batalla de Boyacá, hubiese sido un hecho local en el cual los raizales determinaran la victoria de Bolívar, basta saber que el apoyo casi unánime de los vecinos resulta definitivo para el bando republicano y mortal para el realista.

En cartas posteriores el Libertador le cuenta a sus generales, amigos y aliados, que el pueblo de la zona se volcó en apoyo a sus libertadores y se ofrecía voluntariamente a enrolarse para exponer sus vidas y seguir la lucha, algo admirable. Por lo que, después, en la otra parte de la campaña por liberar a Venezuela, en batallas como la de Carabobo, el grueso de los héroes es nativo de la Nueva Granada. Esos son hechos tozudos, que la posteridad y la ceguedad política no puede ignorar, mucho menos la historia. En el desempeño heroico de los granadinos en Venezuela, en entierros solemnes como el del heroico Atanasio Girardot o creando la leyenda de Ricaurte, Bolívar consigue vender en Venezuela el heroísmo de los hermanos granadinos, para unir ambas regiones en un solo país.

Es la unión formidable de la Gran Colombia, concebida y orientada por el Libertador hasta en los más mínimos detalles políticos y  diplomáticos, la que lleva a las potencias a considerar que estos pueblos han llegado a la mayoría de edad, que son capaces de superar el parroquial divisionismo hostil, para conformar una gran nación: Colombia. La cual no puede ser ignorada por las potencias, por su estructura, por su organización, por su política, por su ejército e inmenso potencial económico, por lo que recibe el reconocimiento diplomático internacional. Ese fenómeno de estructurar la Gran Colombia, de entre las ruinas del Virreinato granadino y la Capitanía de Venezuela, es la hazaña de ese gran forjador del nuevo orden en medio del derrumbe del antiguo, que había durado 300 años y al que se suma a Ecuador y luego Panamá.

Ningún otro caudillo en estas regiones tenía la posibilidad de concebir y llevar a cabo esa política de grandeza, y muy pocos lo entendieron pues la denominada Patria Boba, no era exclusiva de la Nueva Granada sino de casi todos nuestros pueblos conducidos por una clase dirigente parroquial, anodina en algunos casos y sin horizonte distinto a defender sus mezquinos intereses e enriquecerse de ser posible. Mas no es sólo en lo estratégico y militar que prevalece la estatura histórica del Libertador sobre sus contemporáneos, es, también, es el abanderado de la libertad y el caudillo de la guerra, como el pregonero de un nuevo orden, el fundador de la República de Colombia. Así, en cierta forma, sus principios constitucionales, planteados primero en Angostura y posteriormente en Cúcuta, no hayan sido acogidos del todo por los legisladores; como es el caso de la presidencia vitalicia, el senado hereditario, ni el poder moral y otros fundamentos esenciales de su propuesta. Bolívar, hizo sus notables y elocuentes planteamientos con altura, sin entrar a participar en las discusiones de los diputados, en cuanto era un tanto alérgico al bochinche de las asambleas.

En medio de la apoteosis de los recibimientos que recibía a su paso victorioso en la Nueva Granada y Venezuela, el piso legal que había querido levantar el Libertador se horadaba por cuenta de los golillas, que sentían que había llegado su hora en los congresos y asambleas de mermar el poder del Libertador y la casta militar. Él no tenía tiempo para negociar con los representantes del pueblo que en algunos casos el mismo había nombrado a dedo, que al descubrir que al hacer las leyes podían repartirse a su acomodo el poder real, buscan neutralizar el influjo del Libertador, incluso desde Cúcuta le limitan sus poderes en tiempos de guerra. Se olvidan de la fórmula de Bolívar, en la cual “todas las partes del gobierno y administración adquieran el grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no solo entre los miembros que componen el gobierno, sino entre las diferentes fracciones que se compone nuestra sociedad”, para darle poderes exagerados al Congreso frente al Ejecutivo.

Bolívar, que se inspiraba tanto en Montesquieu como en los más notables legisladores de la antigüedad, quería una autoridad y un gobierno de acuerdo a la condición de nuestros pueblos, que facilitara la evolución a las alturas de un espíritu cívico que hiciera grandes a nuestras gentes de la más diversa condición social. Entre tanto compartirá con Sucre la gloriosa misión de libertar el sur, mientras en Colombia politiqueros y golillas de pacotilla se reparten la partija burocrática y los contratos. Apenas se reserva nombrar los principales cargos militares y algunos secretarios de rango ministerial.