¿Adiós a Kiev? | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Marzo de 2022

Los informes y razones que sostenían justo antes del fatídico 24F que Rusia podría invadir a Ucrania en cualquier momento no cesaban y, aun así, el presidente Biden seguía repitiendo que no enviaría tropas porque con ello “podría iniciar la tercera guerra mundial”.

Lo que él no alcanzaba a percibir era que con esa lasitud, con esa actitud permisiva, con esa licencia abierta que le concedía a Moscú para que invadiese a Ucrania sin encontrar resistencia aliada, podría, justamente, precipitar la guerra que decía querer evitar.

Y, de hecho, la precipitó porque, al negarse a disuadir a su adversario esencial, rompía el principio sagrado de la ‘destrucción mutua asegurada’, aquel que sirve para que un país que posee armas nucleares se refrene y no ataque a otro que también las tiene, por el temor a que, al enfrentarse, ambos terminen eliminándose mutuamente.

En cambio, si hubiese decidido disuadirlo a tiempo enviando a Ucrania las tropas que tan vergonzosamente retiró de Afganistán para que cumplieran en Mariúpol o en Odesa el mismo rol que están asumiendo ahora mismo los 30 mil soldados que mantiene estacionados en Corea del Sur, habría contenido exitosamente a los rusos y, por ende, habría evitado la guerra.

Exitosamente, porque les hubiese dejado claro que, si invadían, lo único que habrían conseguido no era otra cosa que su propia aniquilación, es decir, la mencionada destrucción mutua asegurada, antítesis de la racionalidad, pero al mismo tiempo, la mejor póliza de supervivencia que han logrado los humanos a lo largo de su historia.

Lo cierto es que esa futilidad habitual de Biden, que provocó también la caída de Kabul en manos de los talibanes, es pura disuasión invertida, y por tanto fallida, ya que en vez de contener el expansionismo ruso, ¡lo impulsa!

De hecho, Moscú ha ido apropiándose progresivamente de Ucrania al arrebatarle Crimea en el 2014 y luego Donetsk y Lugansk, sin que a Occidente pareciera importarle demasiado.

Tanto Obama como el mismo Biden, -a la sazón vicepresidente-, pensaron en ese momento que haciendo tales concesiones aplacarían al coloso y, apaciguándolo, se alcanzaría un equilibrio de poder.

Pero lo único que lograron fue repetir la historia de Chamberlain frente al nazismo ya que, lejos de saciar el apetito expansionista de Hitler, obtuvieron todo lo contrario.

En consecuencia, Putin se ha adueñado también de Transnistria, en Moldavia; Osetia y Abjasia; abriga a la dictadura bielorrusa como pieza maestra del imperio, y manipula a su antojo el Tratado para la Seguridad Colectiva.

Pensando en la antedicha entrega de Kabul, permitiendo la invasión a Ucrania … ¡Biden se superó a sí mismo!

En conclusión, ¿qué aliado de los EEUU, o socio de la OTAN que se encuentre en una situación similar a la de Ucrania podrá sentirse ahora seguro y protegido?

Para ser aún más pertinaces, ¿Cómo podrá repotenciarse ahora el sistema global de las alianzas lideradas por los EEUU?

vicentetorrijos.com