Los dulces encantos de Moniquirá | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Alcaldia
Sábado, 28 de Diciembre de 2019
Diego Fonseca

A cuatro horas de Bogotá, entre valles y paisajes de fantasía, está ubicado el municipio de Moniquirá (Boyacá), una región que siempre ha sido famosa por su agradable temperatura y sus exquisitos manjares.

Asimismo, los moniquireños aseguran con orgullo que en sus tierras se creó el bocadillo, que le ayudó a subir el mítico Alpe d’Huez en su “caballito de acero” a Lucho Herrera, ¡algo increíble!

En sus montañas se puede sentir el aroma de la guayaba y del café recién cultivados, pero lo que más llama la atención de su exuberante panorama son las cascadas, gracias a que la región cuenta con alrededor de 22 saltos de agua que bañan sus cultivos de plátano y yuca.

El recorrido está lleno de caminos de herradura y plantas de café, pero cuando se termina este sendero verde se observa la cascada El Cajón, un lugar donde el sol refleja la pureza de sus árboles y montañas. Esto hace que su caída de 37 metros sea destino para familias o arriesgados que quieran practicar torrentismo en sus aguas gélidas y cristalinas.

Entre la vía Arcabuco-Moniquirá se ubica la cascada Los Micos, un lugar donde el común denominador son los ruidos de los camiones y los carros. Sin embargo, se puede observar un pequeño hilo de agua bajando de esta cumbre, como si estuviera pidiéndole permiso a la madre tierra para poder continuar su camino. Esto hace que los viajeros se vean obligados a detenerse para tomarse una foto y mostrarle al mundo los secretos de la Colombia profunda.

Viviendo el olor del campo

Finalizando la tarde y con la compañía de una lluvia en forma de rocío, la cascada El Zorro Colgado fue nuestra última parada. Un paraje rocoso y de agua cristalina con un descenso de 25 metros de altura que deja a las personas atónitas ante tanta belleza, que como por arte de magia, hidrata el corazón y limpia el alma.

Después de un largo día, donde el perfume del campo purificaba los pulmones, el bocadillo terminó siendo una pieza fundamental para recobrar energías, porque en plenas ferias y fiestas del dulce y el bocadillo es una ofensa para los lugareños no compartir con ellos. Como dato curioso, según Fernando Cáceres, guía de la zona, esta es la segunda feria y fiesta más antigua del país con 104 años de existencia.

El dulce colombiano

“Como estoy inmediato a Vélez, me tomo la libertad de mandar a usted con un peón que saldrá mañana con una arroba de bocadillos y un zurroncito del célebre masato blanco para que se lo coma en mi nombre”. Este fragmento fue escrito por Antonio Nariño, traductor de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y en plena época pos libertadora dio un claro ejemplo de la reputación de este postre en ese tiempo.

El bocadillo veleño tiene una forma simple, sin misterio, que todo colombiano adinerado o humilde ha probado alguna vez en su vida. Este célebre producto criollo data desde los años 1600, en épocas del Virreinato. La denominación de origen viene de los habitantes de la antigua provincia de Vélez, de la cual formaba parte anteriormente el municipio de Moniquirá, considerado por sus lugareños la cuna del bocadillo.

Pero usted se preguntará, ¿cómo se realiza este delicioso dulce?

Según Libardo Villamil, dueño de una fábrica de bocadillos, se realiza a partir de dos clases de guayaba: blanca y roja: “La maduración de la fruta es importante porque muestra el resultado del bocadillo que vemos en nuestras casas. Debido a que el veleño tiene que ser rojo en la mitad y sus bandas blancas para que el sabor sea agridulce”.

Pero este pequeño cuadrado necesita una pieza fundamental para estar listo: el bijao, las hojas de esta planta son el complemento que necesita el bocadillo, como el yin y el yang, ya que le aportan sabor, aroma, y lo más importante, mantiene fresco este dulce.

Cuando ya se encuentra envuelto en su hoja de bijao, se empaca en cajoncitos de madera, con el fin que todo el que quiera deleite su paladar con el postre favorito de esta región.

Moniquirá no es solo dulce

Aquí no se tutea ni se trata de usted. Se relacionan con la mítica palabra ‘sumercé’, un término de siete letras que se ha convertido en símbolo de estas tierras libertadoras, que hace sentir al compadre, turista o arriero como si fuera moniquirense.

Pero, como todos ya saben, los municipios de Boyacá han sido insignia en Colombia. Y Moniquirá no es la excepción.

Y es que esta tierra ha tenido personajes célebres, como Celio Nieves, concejal de Bogotá; Jaime Castro, alcalde de la capital de la República en los 90; y Jairo Aníbal Niño (QEPD), escritor colombiano, entre otros.

Además de esto, tiene un lugar emblemático para la historia nacional. El Alto Del Mazamorral, ubicado entre los departamentos de Boyacá y Santander, es famoso por haber sido escenario de la penúltima batalla de la Guerra de los Mil Días, que enfrentó a Godos y Cachiporros por diferencias políticas, algo muy común en este país desangrado por las ideologías.  

Ahora los moniquireños quieren que su región sea conocida por sus hoteles, restaurantes y caminos ecoturísticos. Es por eso que Fontur y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo han promovido nuevas estrategias para contribuir al desarrollo sostenible de la industria turística en Moniquirá.

Pero eso no es todo. Si de pronto llega a pasar por esta tierra llena de gente amable, cascadas de ensueño y bocadillos exquisitos recuerde estas palabras de Jairo Guerrero Ruge, oriundo de este hermoso lugar: “Moniquirá es la madre adoptiva, humilde, dedicada y buena que sin egoísmo acoge, cuida y da de comer al foráneo, como si le hubiese dado el ser”.